Las profundidades
Lo que observemos a nuestro alrededor, nos sugiere la palabra “profundidad”. El océano, el cosmos insondable, los abismos, están constantemente colocándonos en una posición comprometida, con relación a “qué lugar ocupamos dentro de ese esquema”, del que puerilmente estamos “convencidos de dominar”.
De alguna forma, nos auto convencimos, de que se nos puso sobre la faz de la tierra, para ser sus amos y señores. La naturaleza nos demuestra día tras día, lo pequeños que somos realmente. En nuestra necedad, cerramos los ojos, y nos negamos sistemáticamente a admitirlo.
Sin embargo, y adentrándonos en un terreno pseudo filosófico, al referirnos a “las profundidades”, encontramos múltiples facetas que tallar, con el simple propósito de entender, que no siempre comprendemos el mundo en que vivimos y menos aún, de cómo repercute el, en nuestro interior.
La palabra en sí, encierra varias posibilidades de desplegar ideas, que nos conducen a…-por ejemplo- la responsabilidad sobre lo que decimos. Una palabra dicha con desprecio, puede penetrar tan profundo, que “marque para siempre” al que la escucha, terminando, tal vez, con sueños, anhelos, esfuerzos detrás de estos, por el simple hecho de permitir que estas “ingresen” más allá de los límites admitidos.
La profundidad de los sentimientos, sumados a la manera en que los “depositarios” de tan preciada joya, determinen la suerte de sus implicados, será como que estos sentimientos mal interpretados, o, atendidos -ejercidos- de forma displicente, ponen en juego una variopinta paleta de situaciones, de las que difícilmente se sale inmune. Cuando se falsea la profundidad de un sentimiento, el falsario, tampoco queda inmune, ya que en su debido momento, necesitará de ese afecto que despreció –de esa misma u otra persona- cayendo en su propia trampa. La amistad, al amor fraternal, al amor de pareja, no están exentos de este estado de profundidades, donde es condición “sin equanum”, que sean transparentes, para que la relación prospere.
Finalmente, encontraremos un sin número de ejemplos, que nos llevarán a diseccionar lo que nos ocurre, cuando nos encontramos frente a esas “profundidades”, para las cuales, pocas veces estamos con el debido “estado físico” para afrontarlas. Allí, es donde debemos adentrarnos en “nuestras profundidades” en busca de esa sabiduría interior, escondida –atesorada- para derramar sus enseñanzas, al momento en que nos encontramos en condiciones de asimilarlas e implementarlas.
Nos encontramos a vuelta de página, mis queridos “ojoescuchas”.
Javier Vargas Urquijo
Nueva sección esporádica en nuestro blog, hoy con la gran escritora
María Prat Gay : “Escritora argentina”
Esta noche, presentamos esta nueva sección con una Escritora que tiene muy en claro lo que piensa y cómo lo expresa. Es una digna representante de “la mujer actual” –de esas que Ustedes cruzan a diario, de manera anónima. En los hormigueros citadinos o en un pueblo alejado, ellas están haciendo su labor, dejando su aporte. Ya les había hablado de ella y hoy, deseo compartir con Mis amigos Lectores y Colegas, el particular punto de vista de María Prat Gay. Detrás de ese aparente desenfado, hay una mujer muy inteligente y que ha luchado para ganarse su lugar en el mundo. Mis queridos “ojoescuchas”…pasen y vean…(un plus, como verán, es muy bella)
Ya sé que leíste MILF y pensaste cualquier cosa. Pero te aplaudo. Porque en estos tiempos al que piensa hay que aplaudirlo. Ahora me corresponde decirte que este título encierra algo de verdad y algo de trampa. Solamente pido un rato de tu atención para aclararte qué tanto hay de cada una.
Vamos por partes: Si sos una Susanita de Mafalda —y te respeto mucho por eso—es probable (no seguro, porque doy fe de que seguro no hay nada) que nunca hayas escuchado el término MILF. Es una palabra que viene del inglés, el acrónimo de “Mom I´d like to fuck” o, para traducirlo con elegancia, “madre con la que me gustaría tener sexo”. Alude a un segmento de mujeres de entre 35 y 55 años que combinan el atractivo sexual con la experiencia —en otras palabras, las maduritas sexys, si de combos se trata, uno francamente prometedor—.
Las MILF seducen a sus contemporáneos y también a hombres de más edad, pero enloquecen a los más jóvenes porque les despiertan la fantasía no siempre confesa aunque infaltable de relacionarse con una mujer mayor. Aclaremos que para ser MILF no es requisito andar corrompiendo menores, ¡ni mucho menos! —que algunas gusten de hacerlo ya es otro cantar—.
Te preguntarás ahora —y te sigo aplaudiendo— por qué elegí esta expresión de “MILF de entrecasa” para definirme. Admito que suena un tanto jugada, pero fue mi forma de llamar tu atención —y lo conseguí, ¿no?—. También lo hice porque me gusta el absurdo y el contraste, y el desafío de caminar con mucho cuidado por el borde de la bizarrada sin caerme adentro. Resulta que un día me di cuenta de que había alcanzado sin saber cómo (o sabiendo, pero sin habérmelo propuesto) la mayoría de edad para convertirme en MILF y que, para mi propia sorpresa, daba en el target. Sumar años no es una elección: es ley natural, nos guste o no; lo que sí podemos elegir es potenciar lo bueno del paso del tiempo y encontrar la vuelta para minimizar lo no tan bueno. Eso es lo que hace una MILF. Y es lo que creo haber hecho yo.
¿Qué es lo bueno? Lo acumulado a partir de lo vivido. Pero, aunque en la bolsa de la experiencia entra mucho, hay que saber seleccionar qué guardamos y qué descartamos. Nos tiene que quedar espacio para lo que resulta provechoso. En lo personal, rescato todo lo que colaboró para definir mi personalidad, para afianzar mi autoestima y para despojarme de pudores ridículos. Guardo las vivencias que me aportaron armas para adoptar una actitud que hoy puedo sostener y desde la cual puedo interactuar con los que me rodean. Así que, ahí va una reflexión que vale subrayar: tiremos a la basura lo que no sirvió y pasemos la franelita para sacar brillo y poner bien a la vista lo que valió la pena y nos hizo mejores.
Todo lo anterior me ubica como MILF desde un aspecto: el que se aprecia si miramos de la piel para adentro. ¿Y de la piel para afuera? Sí, lo reconozco: el envase ayuda y es lo primero que se ve, por eso yo trato de conservarlo atractivo —crema de día, de noche y de trasnoche mediante— cuidándome y haciendo mucha, muchísima, actividad física (de eso voy a contarles en otra oportunidad y con el detalle que merece). Ironías aparte, creo que a partir de cierta edad el ser linda no pasa exclusivamente por saber pelearle a las arrugas o por mantener plano y marcado el abdomen. A mí, por ejemplo, cuando me río se me dibujan unas líneas finitas alrededor de los ojos que a los veinticinco no tenía. No me molestan. Convivo con ellas: son valor agregado. ¿No sería una estupidez renegar de eso? Una mujer es linda cuando está radiante, cuando mantiene la mirada fresca y la sonrisa genuina, cuando puede abstenerse del tuneo innecesario y esclavizante que le quita expresividad y la convierte de a poco en una máscara —lisa, inflada, tersa… pero irreal—.
Otra cosa genial de volverse una MILF: los sentidos se agudizan. ¡Los cinco! Ninguno se queda afuera. Paradójico, ¿no?: la presbicia que trae la edad nos hace entrecerrar los ojos y alejar los textos para poder leerlos cuando la letra es chica; sin embargo, ahora nuestra vista capta sutilezas que hasta no hace mucho nos pasaban inadvertidas. Y estaremos perdiendo de a poco el oído y el olfato, pero la música nos conmueve más profundamente y los aromas nos despiertan exóticos apetitos desconocidos. Faltaron el gusto y el tacto. No me olvidé. Los dejé para el final, a propósito —también nos volvemos expertas deltiming con los años—.
De jovencitas no nos animábamos a probar todos los sabores; nos ganaba la prejuiciosa cobardía del “no me va a gustar”. Hoy, en cambio, le hacemos una guiñada a la que fuimos, abrimos bien grande la boca y nos decimos: ¿y qué pasa si me gusta? Y lo bueno es que, en general, nos gusta. Tres segundos para dejar flotando lo que esta reflexión disparó… Dos. Uno. Pasemos a hablar de la piel de una MILF. ¡Ay, la piel de una MILF! Cuántas capacidades ha desarrollado, cuánto reconoce, cuánto puede percibir. ¿Será que cierta inevitable pérdida de firmeza se compensa con ganancia de sensibilidad? Una MILF ha descubierto la delicia de tocar sin usar las manos, de tener registro de zonas escondidas y sacarlas a la luz, de gozar de la cercanía y del roce que preceden —y a veces hasta reemplazan— a la caricia explícita. La piel de una MILF se ha afinado con el paso del tiempo y se ha embellecido con sus cicatrices invisibles. Es una piel con memoria y con anécdotas, selectiva y exigente que, mucho antes del contacto, adivina lo que otra piel puede hacerle sentir.
Hablé de lo interno y de lo externo. Me falta mencionar un plus maravilloso que nos aportan los años a las que nos animamos a darles cabida sin que nos agobien: es la intensidad, rasgo que incide tanto en lo que se siente como en lo que se muestra. Las MILF somos intensas: llevamos todo al límite, saturamos el disfrute, le sacamos el jugo a cada emoción, hasta cuando lloramos lo hacemos desde las vísceras (aunque ahora solo lloramos por lo que realmente merece nuestro llanto).
Si llegaste hasta acá lo celebro con champagne del bueno. Esta fue sólo una breve introducción a un espacio que quiero abrir a partir de hoy. Porque esta MILF de entrecasa, que reflexiona más de la cuenta y a quien le apasiona sacarse los tacos altos por un rato y ponerse a jugar con los muchos sentidos de una misma palabra, tiene unas cuantas cosas para decir desde su lugar de madre, de hija, de compañera, de amante, de amiga, de confidente, de escritora… de mujer que vibra y que piensa. Así que, ¡agarrate!
ENTREVISTA Mimmi Kass
El parque de las afueras de la ciudad, parecía el lugar adecuado, para celebrar aquella reunión “secreta” fuera de las miradas curiosas de sus fans. Veo aproximarse por una de las callejuelas perimetrales, un vehículo negro, con vidrios polarizados. Al detectar mi presencia, este se detiene, y de él, desciende una mujer de vestido largo y gafas oscuras. Mira en ambas direcciones, se cerciora de que no hay moros en la costa y camina directo hacia mí. Si tuviera que definirla, es una mezcla de “mujer guerrera del futuro con damisela en apuros”. ¿Cuál tendrá más injerencia en ella?…Sin embargo, el motivo de este encuentro, es por algo muy diferente.
-Javier Vargas Urquijo- Al momento de asumir el compromiso de ser escritora, ¿tenías cabal conciencia de todas sus implicancias?
-Mimmi Kass– Para nada. La ignorancia es muy atrevida y me lancé a la piscina sin saber nadar, sin bañador, y además, la piscina estaba sin agua. Una inconsciente. Envié mi primera novela, Radiografía del deseo, en estado de borrador a cuatro grandes editoriales (en aquella época, no sabía ni poner las rayas de diálogo), y la REALIDAD me dio una bofetada en la cara con la mano abierta: no tenía ni idea de escribir. Gabriella Campbell, gracias a sus magníficos informes de lectura y Silvia Barbeito, la correctora más cruelmente eficaz que existe, me abrieron los ojos. Tenía mucho que pulir y trabajar. Me volví a mi caparazón, tragué mi orgullo, y tres novelas después, ¡aquí estoy! Todavía aprendiendo.
-JVU– Según tu criterio, en la Literatura, ¿hay diferentes “niveles de penetración” en la mente del lector? ¿Todos los géneros poseen esa capacidad de llegada?
-MK– Pienso que no depende del género, depende, en gran medida, del escritor. Y en último caso, del lector. Del primero, porque sea cual sea el género en el que trabaje, si es capaz de construir personajes sólidos, una trama que te envuelva, y un mensaje que llegue, da igual si está escribiendo erótica, novela negra o fantasía, la mente del lector quedará atrapada. Esa resaca lectora que hace que un libro ronde en tu cabeza como en un segundo plano durante semanas, que los protagonistas sean como amigos a los que echas de menos, pertenece a la pericia del escritor y a la empatía que desarrolle el lector con la novela.
-JUV– Planteemos un escenario hipotético. Si ocurriese una debacle mundial, en todos los aspectos, a pesar de los “enormes avances tecnológicos actuales”, ¿el ser humano está preparado para afrontar algo de tamaña envergadura?
-MK- Te respondo a la gallega: ¡depende! (risas). El instinto de supervivencia del ser humano es sorprendente y, cuando la necesidad aprieta, somos capaces de hacer cosas heroicas, pero mi primer pensamiento es que yo, por ejemplo, no duraría ni veinticuatro horas. Voy a todas partes con un router portátil, así es mi adicción a las nuevas tecnologías. Tengo suerte de que me aguanta en la vida un vikingo que con un anzuelo y un poco de sedal, pesca un pez (no me preguntes el tipo) de quince kilos en el mar, así que, en caso de holocausto zombie o similar, será un excelente compañero de aventuras.
-JVU -¿Te “vestís de tus personajes” o en todo momento son algo “externo” a ti?
-MK –Para mí es imposible afirmar que un personaje es enteramente ficticio o enteramente basado en mi propia experiencia. Cada letra que escribes, cada frase, cada párrafo, está impregnado de tus vivencias, de tu manera de ver las cosas. Por muy teórico que sean tus protagonistas, por mucho que trabajes su psicología, el prisma desde donde los construyes es tu propia mente, con lo que es difícil darte una respuesta clara. Por otro lado, si describes un hecho que ocurrió en realidad, también lo harás desde tu propia perspectiva, pero ¿quién dice que es en realidad la correcta? Quizá si le preguntas a otros implicados, tienen una visión totalmente distinta, por lo que creo que es prudente no aclarar cuánto es realidad y cuanto ficción en mis personajes, prefiero pensar que es una mezcla de todo un poco, aderezado con una documentación exhaustiva.
-JVU –En la vida, ¿todo es parte de un proceso meticuloso o todavía existe lo espontáneo?
-MK -¿Sabes lo que es la teoría del caos? Reza que detrás de todo desorden aparente existe una programación bien orquestada. Eso deprime un poco, pero lo cierto es que, teniendo hijos, puedo afirmar que la espontaneidad existe, y que además, los niños tienen ese potencial sanador de contagiarte esa espontaneidad. Reírte más fuerte y cuando te apetece, disfrutar de sus juegos, echarte al suelo a hacer un puzle o dormir a pierna suelta una siesta. Los adultos somos más encorsetados, pero no pierdo la esperanza. Y hay campos donde el aspecto lúdico es importantísimo, por ejemplo, el erotismo.
-JVU -¿Puede coexistir una faceta “espiritual” dentro de la literatura erótica?
-MK -¡Claro que sí! El erotismo es arte, el arte es trascendencia y lo que trasciende, cultiva el espíritu. Más allá de la fisiología del cuerpo, el erotismo es una manera de conocernos a nosotros mismos, de profundizar en lo que somos y lo que disfrutamos, y cómo nos relacionamos con el mundo. En la década de los 40, Anaïs Nin y Henry Miller escribieron una serie de relatos eróticos para un mecenas anónimo que les pagaba por página, con la condición de que describieran escenas de sexo exentas de cualquier tipo de poesía. ¿Sabes lo que respondieron? Que el sexo pierde todo su poder y magia cuando es explícito, rutinario, exagerado y no es más que una obsesión mecánica. Si despojas el erotismo de emociones, apetitos, deseos, anhelos, vínculos y relaciones que cambian su color, sabor, ritmo e intensidad, solo tienes…pornografía. Y es una visión muy microscópica. La erótica es mucho más que escenas coitales encadenadas, o al menos, eso pretendo yo con mi escritura.
-JVU –¿La escandalización de algunas personas ante ciertas manifestaciones del Arte (Pintura, Escultura, Literatura, Teatro) es de “los ojos hacia afuera” y por dentro se relamen, como si fuese su plato preferido?
-MK– El disfrute del arte y su interpretación está modelado por las vivencias, la ética y la moral propia construida por tu educación, y por los convencionalismos sociales o religiosos. Según la profundidad que esto tenga en tu mente y en tu psique, esa reacción de escándalo será genuina si realmente va en contra de tus valores más nucleares. Hay personas a las que no les interesa leer erótica porque encontrarse con ciertas escenas van en contra de todo en lo que firmemente creen. Hay personas que miran con auténtica pena a alguien por vivir y disfrutar de una sexualidad no convencional, pensando que irá al infierno o está enferma. Pienso que estas personas son, al fin y al cabo fieles a sí mismas y a sus convicciones, y ¡oye! Yo no he venido aquí a convertir a nadie. Las respeto. Son personas auténticas.
Lo que no puedo soportar, y cultiva en mí el más cruel sarcasmo, es la hipocresía de aquellos que, como tú dices, de los ojos hacia afuera denigran o critican y después, están ansiosos por satisfacer sus “oscuros y perversos” anhelos. Ese tipo de personas deberían darme pena porque, al final, no están siendo consecuentes con sus propios deseos, y con ese tipo de comportamiento, lo único que hacen es alimentar una profunda frustración. Pero no me dan pena, me dan arrugamiento de nariz y un poco de rabia, porque con sus críticas hacen daño, perpetúan los prejuicios y suelen encarnizarse con algo que ni siquiera conocen.
-JVU -¿Percibes un cambio de actitud en el hombre actual, en relación a la igualdad de condiciones con la mujer?
-MK –Claro que sí. Negar que se ha avanzado en materia de feminismo sería escupir a la cara de todo lo que se ha construido hasta hoy. Por supuesto que queda muchísimo por avanzar, claro que falta mucho para cerrar definitivamente la brecha, pero soy de la opinión de que hay que recalcar, y de manera rotunda, lo que ya se ha conseguido. Es una base firme sobre la que afianzarse para conseguir lo que todavía falta.
El chofer del vehículo, empieza a impacientarse. Ha detectado movimientos sospechosos entre unos arbustos, y juraría, que “uno de los árboles, se movió un par de metros”, desde el momento en que llegaron.
-JVU -¿Podrías aseverar que el ser humano ha llegado a su máximo como especie y que está en proceso de degradación?
-MK –Por mucho que a veces el mundo parezca indicar lo contrario, que Trump gane las elecciones estadounidenses, y que resurja la ultraderecha en Europa (por decir algo), quiero ser optimista con el riesgo de pecar de obtusa. Solo estamos un poco perdidos, yo veo gestos y comportamientos a mi alrededor, y todos los días, que prueban que el ser humano es bueno por naturaleza.
-JVU -¿La sensualidad es una herramienta o un don? ¿Es un área exclusiva de la mujer o podría ser extensible al hombre?
-MK –Respecto a la primera parte de la pregunta, las cosas se facilitan si la sensualidad es innata, claro, pero estoy a favor de que cualquiera pueda cultivar aquello que desea. Todos tenemos un pequeño germen de sensualidad a la espera de ser mimado y potenciado, el tema está en que te interese o no hacerlo. Hacerlo florecer es fácil.
Respecto a si es extensible al hombre…pero ¿qué clase de pregunta es esa? ¡Por supuesto que la sensualidad es también una característica masculina! Es más, me atrevería a decir que, en muchos casos, hay hombres que ni siquiera saben que la tienen y eso la potencia todavía más. Un timbre de voz, una sonrisa que derrite, una manera de caminar que hechiza, unas manos fuertes, una mirada…pequeñas cosas que potencian ese savoir fair que satisface los sentidos y que incita a los placeres. Por decirlo de una manera elegante. 😛
-JVU -¿Hacia dónde se dirigen las relaciones íntimas de pareja, hacia la “tecnificación” para lograr estados de estimulación, o retornará a la “sensibilización” (la ternura, el contacto suave, el cortejo)?
-MK –Detectando idea estereotipada en tres, dos, uno…(risas). Vamos a ver, el hecho de que se introduzca un elemento accesorio a la relación íntima, no quiere decir que se pierda la sensibilidad y la ternura en la misma. Es más, la innovación dentro del sexo está estrechamente relacionada con la comunicación y la complicidad de la pareja, y esto se traduce en mejoría de la intimidad. No digo que todas las parejas tengan que experimentar lo mismo, hay quienes disfrutan del piel con piel sin más, ¡y es maravilloso!, pero para quien quiera profundizar el aspecto lúdico añadiendo tecnología, bienvenida sea esta. Con ternura, suavidad, y cortejo previo. Esto es especialmente válido para el bondage. Cualquiera de mis lectores, sobre todos los que hayan hincado el diente a Diagnóstico del placer, podrá seleccionar varias escenas donde se ilustra esto de manera gráfica.
A las claras, algo raro pasa, el árbol acaba de tropezar y caer al piso estrepitosamente. Aparentemente hay un tipo dentro y el ¡Auch! que acompañó la caída, aumenta mis “sospechas”. Creo que es hora de promediar la entrevista.
-JVU –Prometo difundir tu mensaje a quien quiera oírlo. Deja algo que desees que trascienda y que le dé una esperanza al mundo.
-MK –(Risas) No soy tan arrogante de pensar que mi mensaje pueda darle una esperanza al mundo o tener la mayor trascendencia, pero sí me gustaría hacer una invitación a todos, en especial a aquellos “erótica-escépticos”: que se animen a leer mis novelas. Tal vez descubran que el género erótico puede verse desde una perspectiva diferente. También a que vivan una sexualidad plena y sean fieles a sí mismos, tanto si se consideran vainilla, como si aderezan su postre con las más barrocas nueces de macadamia confitadas.
-JVU –Mimmi, gracias por venir y espero que te encontrases cómoda con nosotros. Además, aprovecho para despedirme de nuestros abnegados “ojoescuchas”. Nos encontramos a vuelta de página.
-MK –Gracias a ti, Javier, por ofrecerme un espacio tan delicioso en vuestro flamante blog. Me lo he pasado genial. Os deseo todo lo mejor, después de esta entrevista tan original, divertida y ¡completa!, estoy segura de que tenéis muchísimo que ofrecer. Mil besos.
La veo alejarse segura de sí misma, dispuesta a luchar contra Molinos de Viento –a sabiendas que los tiene, y doble pechuga –Ingresa al vehículo, no sin antes preguntarle al tipo del árbol y que aun no se levantaba, -¡¿Cómo te encuentras?! Y sacarse una foto con él, recostada en el piso.
Abrimos estas VELADAS NOCTURNAS con este primer Título, autoría de la casa.
Segundo Título en esta noche.
Una querida amiga de la casa, se hace presente con una de sus obras, en este caso:
Para finalizar, una velada donde la Literatura fue la dueña y señora de cada instante, les dejamos este último Título. Nos encontramos a vuelta de página. Hasta el próximo encuentro